» Imagínese una persona que por mucho tiempo ha tenido temor del infierno. Satanás llega y la engaña haciendo que piense que Dios ha perdonado sus pecados. Supongamos que Satanás la engaña a través de una visión de un hombre con una preciosa cara sonriente y brazos abiertos. El pecador cree que esta es una visión de Cristo. O tal vez el diablo lo confunde con una voz que dice “Hijo, tus pecados te son perdonados,” la cual el pecador piensa es la voz de Dios. Así empieza a creer que es salvo, a pesar de carecer de un entendimiento espiritual del evangelio. ¡Qué variedad de emociones entrarían en la mente de este pecador! Estaría lleno de amor para su salvador imaginario quien él piensa le ha salvado del infierno. Se sentiría lleno de gratitud por esta salvación imaginaria. Se llenaría de gozo sobrecogedor. Sus emociones lo impulsarían a hablar a otros de su experiencia. Con facilidad se humillaría delante de su dios imaginario. Se negaría a sí mismo y celosamente promocionaría su religión imaginaria mientras durara el fervor de sus emociones. Todas estas emociones religiosas pueden surgir juntas de esta manera. Sin embargo, la persona a quien nos hemos estado imaginando no es cristiana. Sus emociones son el resultado del funcionamiento natural de su propia mente, no de la obra salvadora del Espíritu de Dios. El que dude que esto sea posible entiende muy poco de la naturaleza humana»
a) El cristiano falso no tiene una sensación de seriedad de su destino eterno y la importancia infinita de edificar sobre el fundamento correcto. En contraste, el creyente verdadero es humilde y cuidadoso; siente lo asombroso que será encontrarse delante de Dios, el Juez infinitamente santo. La seguridad falsa no sabe nada de esto.
b) Un cristiano falso no está enterado de lo ciego y engañoso que es su propio corazón. Su seguridad falsa produce gran confianza en sus propias opiniones. El creyente verdadero, en contraste, ve con modestia su propio entendimiento.
c) Satanás no ataca la seguridad falsa. Ataca la seguridad del verdadero cristiano porque es ésta la que produce mayor santidad. Por el otro lado, Satanás es el mejor amigo de la seguridad falsa, ya que pone al cristiano falso completamente dentro de su poder.
d) La seguridad falsa ciega a una persona al verdadero alcance de su propia pecaminosidad. El cristiano falso se ve a sí mismo brillante y limpio. El cristiano verdadero, al contrario, conoce su propio corazón; siente que es un gran pecador. Con frecuencia se pregunta si es posible que una persona verdaderamente salva sea tan pecadora como él sabe que es.